Muchas veces las ganas de verse y lucir bien, con un rostro joven, fresco y rejuvenecido hace que se tomen decisiones sin mayor información previa. Esto es, pocos se preocupan de investigar y evaluar qué tipo de producto se deben aplicar, qué médico será el indicado para realizar el tratamiento, entre muchos otros aspectos que a la hora de la verdad, marcan la diferencia.
Según comenta la dermatóloga de Clínica Dermédica, Dra. Vierocka Tomulic, un paciente se debe fijar en 3 aspectos fundamentales que asegurarán un resultado óptimo sin comprometer su bienestar:
- Profesional: averiguar acerca de la calidad técnica del profesional que ejecutará el tratamiento.
- Productos: ratificar que los productos sean de primera calidad, aprobados por entidades de salud tanto nacionales (ISP) como internacionales (FDA de Estados Unidos, y la Comisión Europea de Salud), que avalen tanto su bioseguridad como los resultados a esperar de su uso o aplicación.
- Lugar: asegurarse de ealizar el tratamiento en un ambiente propicio para procedimientos invasivos, es decir, donde se respeten las normas de higiene y salubridad establecidas para que el procedimiento no revista riesgos para el paciente.
Consecuencias de un mal tratamiento facial
La mala aplicación o el uso de una toxina de baja calidad y sin aprobaciones de las entidades líderes en estos temas, pueden acarrear efectos no deseados tanto a corto como a largo plazo. Según la Dra. Tomulic: “Por ejemplo, en forma inmediata por una mala técnica de aplicación o preparación del producto, la toxina se puede difundir a músculos que no deben ser relajados generando asimetrías faciales que pueden ser una molestia estética pero también generar una disfuncionalidad muscular al momento de hablar, tragar, reír, etc.”
Pero el problema a largo plazo puede ser mayor, según explica la especialista, “ya que al usar toxinas de menor calidad o de origen desconocido el paciente está introduciendo en su cuerpo partículas extrañas que pueden reaccionar en forma cruzada con moléculas normales de nuestro organismo y así generar alergias o respuestas autoinmunes, es decir, desregular el propio sistema de defensa natural y llegar así a enfermedades que comprometan verdaderamente la salud del paciente”.
Al respecto la profesional comenta: “Al minuto de tratar las primeras líneas de expresión y/o arruguitas del tercio superior del rostro, no todas las toxinas botulínicas dan el mismo resultado. BOTOX® es la primera y más vendida toxina botulínica a nivel mundial y esto se debe a que Allergan (industria que lo produce) se ha preocupado no sólo de la investigación del producto, sino que también del entrenamiento de profesionales de la salud para que su uso sea el más efectivo y beneficioso para los pacientes”.